martes, 22 de febrero de 2011

Un lugar en el mundo

Miro por la ventana. Hacía tiempo que no llovía, pero un fino hilo de lluvia hace que la tarde sea mas triste. Delante de mis ojos una finca sin arar, no hay nada plantado. Algún día he visto un tractor pasar, pero nunca he visto nada florecer. Tierra marrón y árida, esperando la llegada del hormigón. Muchas veces imagino la cara de su propietario. Lo visualizo con su chapela y cara rasgada por las arrugas que provoca la vida en el campo, viviendo tranquilo de sus tierras y que en dos días ve que sus patatas están rodeadas de excavadoras, zanjas, grandes agujeros y especuladores. Las tierras colindantes se van vendiendo y él se mantiene ahí, expectante, dudando si llegara hasta él la marea de ladrillos. Mi mente cabalga rápidamente con la gasolina de mi imaginación y veo al aldeano como el John Wayne del Álamo que aguanta solo ante los mexicanos, manteniendo sus terrenos ante el avance implacable de los urbanitas. Pero al rato mis sueños infantiles se desinflan y una certeza me dice que esas tierras están abandonadas, porque la cruda realidad es que no son rentables.

A su derecha hay una gran nave industrial. Una gruesa chimenea expulsa una columna constante de humo gris que poco a poco con desgana se va desahaciendo ,acercándose a las nubes. Un sitio tan grande debería provocar un ruido infernal, pero por el contrario la bestia se mantiene silenciosa. A lo lejos se ve ese gran símbolo de la paz que llevan los coches alemanes sobre una gran torre. Ironias de la vida. Mercedes emulando un icono de paz. Lo siguiente, ¿que sera?,¿ Mc Donalds como icono de la comida sana? o ¿la ideología de derechas como síntoma de tolerancia?.

No cesa de pasar gente haciendo footing. La operación bikini está cerca. Hay que mantenerse en forma. Un perro parece escaparse de su dueño. Este corre detrás mientras su mascota le mira con una mueca burlona. Me hace gracia. El dueño corre resoplando y finalmente le alcanza. El perro se lleva su merecido en forma de golpes. Ya no me gusta tanto. Se nota que el footing no esta entre sus gustos. Es el arquetipo de la gente que veo alrededor, gente joven sin mucho dinero, con ganas de vivir y con un perro como su primer hijo. Yo de momento, aunque muchas veces me siento en esta vida como un perro y mi novia me llama gordito como si fuera su can, no tengo mascota. Bueno, todo se andara.
A la izquierda se ve la torre de la iglesia de  pueblo, pequeñas casitas se ven diseminadas tras un pequeño bosque. Y a la izquierda mas alla de todo el mural, un par de pequeñas montañas con sus repetidores de TV, para que se vea que el mundo catódico llega a todos los sitios. Os voy a hacer una confensión, no tenía ni idea de cual era ese pueblo hasta que llegue aquí hace un año, como vosotros  quizas tampoco sabréis que es lo que os he estado describiendo. Esta zona con tierras sin arar, grandes pabellones, pueblos cercanos y gente corriendo con perro es Vitoria, aunque yo puntualizaría y diría que "sigue siendo Vitoria". Le falta un tris para ser un municipio adyacente o siendo más localista y plagiando a esa gran empresa sueca es la república independiente de MiCasa. Me faltan dedos de la mano para contar la bromas acerca de donde vivo. Unos me dicen que vivo en Burgos. Un taxista ,a las siete de la mañana llevándome a casa después de un día de fiesta, me dijo que el antes vivía en Miranda. Yo perplejo le mire y pense: ¿se creerá que somos vecinos o que? Los fiésteros de luz roja me dicen que desde mi casa se puede llegar al Liberty andando. Seguro que son los mismos que he visto haciendo footing por la ventana. No corren para llegar a la operación bikini, se entrenan para correr lo mas rápido posible hacia su meta en color rojo. Nótese el tono negrita de correr y el color de la meta.
Bromas aparte esta es la nueva vista de mi ciudad. Un día te levantas por la mañana y hay una bola que tiene tu nombre. Y esa bola rueda durante un par de años hasta colocarte en un pisito en un barrio dormitorio de las afueras de Vitoria. Lo primero que sentí cuando conocí la noticia, fue una gran bola en mi estomago. Mi vida de pájaro libre sin ataduras se iba a esfumar. Pero con el tiempo vi, que era la forma mas sencilla de saltar del nido familiar a una bonita caseta de pájaro prefabricada de madera con su agujerito circular en la puerta y el logo del estado en el techo  en arboles alejados  de los grandes robles de la ciudad. Pero eran baratas y estabas rodeados de otros pajarillos con tus mismas pretensiones de volar en esta vida. Muchas veces, a pocos kilómetros había otras aves cuyas casetas no estaban al amparo del gran “pájaro” y se veían abocados a comer alpiste del barato, porque su caseta se había convertido en una jaula que les cortaba las alas. Imaginad que el hacha que les corta las alas se llama Euribor, el cazador se apellida Botin y la fabula de Samaniego ya esta terminada.
Pero bueno que me pierdo  por las ramas de los arboles.
Mi proposito es mostrar una nueva visión de la ciudad, que no sea la típica que elegirías si quisieras descrubirla de manera convencional. Con lo bonito que hubiera quedado un vision de Vitoria desde una terraza en la virgen blanca o el mundo interracial del casco viejo con su comunidad magrebi y su toque canalla... Pues no, la eleccion es una consecución de nuevas estructuras de ladrillo que buscan su sitio. Como la gente que vive allí. Es una nueva zona, cotidiana, donde la gente se deposita literalmente para dormir, ciudades dormitorios las llaman. Sobrevivir y a grandes rasgos intentar solo cumplir sus expectativas en la vida. Podemos ser muchos y muy diferentes , cada uno con sus preocupaciones, hobbies e inquietudes, pero todis intentando buscar un lugar en el mundo. Como la pelicula de Adolfo Aristarain. Ya me gustaría ser Federico Luppi y tener las cosas tan claras.

jueves, 10 de febrero de 2011

RECUERDOS CONGELADOS


Noto un frió polar en mi espalda. Miro el reloj y todavía son las 7 de la mañana. Con mi mano derecha agarro firmemente la manta, pero esta solo me cubre un hombro. El resto de mi cuerpo esta al descubierto. Como todos los días en nuestra guerra fría por la manta, Laura siempre se proclamaba vencedora. Poquito a poquito. Sin querer una fuerza invisible la iba llevando hacia ella. Tal vez un poco como ella me fue conquistando. Poquito a poquito. Sin prisas y sin quererlo nos fuimos conociendo. Nos hicimos íntimos. Luego surgió la chispa y para cuando te das cuenta ya no puedes vivir sin ella. Estas un día sin verla y una bola en la garganta no te deja pensar. Algo te falta. Es una adicción.
Alargo el brazo y noto su piel caliente. De un respingo vuelve a meterme debajo de la manta y me aproximo lo máximo a ella sin tocarla. Deslizo mi mano suavemente unos milímetros por encima de  su muslo. No quiere despertarla. Noto su calor y me alivia del frió. Cierro los ojos. Intento ser feliz. No quiero que nadie me saque de este letargo.

Pero no puedo engañarme. Estos despertares fríos. El verme solo en la noche. Notar como la manta que te protege se escapa. No son una coincidencia. Son un reflejo de lo que estoy viviendo. El destino es cruel y parece que se regocija en  mis malos momentos. No eran buenos tiempos para nosotros. La magia de irnos a vivir juntos había pasado. La rutina había superado nuestras expectativas de ser felices.

Un suave ronquidito comienza a salir por su nariz. Me gusta. Es uno de esos momentos idiotas que siempre recuerdas. Me produce una enorme ternura. Sonrió. Los buenos momentos revolotean por mi cabeza. Todo son recuerdos. Imágenes. Lugares. Carcajadas. Sueños cumplidos y sueños que quedaban por venir. Pero todo se estaba resquebrajando. Yo mismo veía como el castillo de naipes se venía abajo, pero no sabía como levantarlo. Todo lo que hiciera iba erosionando los cimientos de aquella casa. Así que me convertí en un tipo pasivo. Aguardaba celoso en mi guarida y esperaba que de un momento a otro me dieran la estocada. Visto desde fuera era masoquismo. Para mi era la forma mas digna de acabar con esto. Yo no iba a ser el que diera el paso. Se me puede acusar de cobarde, pero prefería mil veces sufrir con ella que morir solo.

Todo lo esperado había pasado aquella noche. Tumbados en esta misma cama, ella me dijo que no aguantaba mas. Que mañana se marchaba. Hacia la maleta y se iba a casa de un amigo. El momento había llegado. Había pensado hundirme en lagrimas. Dar pena. Sollozar. Que ella sintiera lastima. Había pensado una lista de cien razones para que ella se quedara. Hasta dentro de la desesperación había hecho un poema en el que le mostraba todos mis sentimientos. Pero no hice nada. No moví un musculo. Me quede callado. Ella me dijo entre lagrimas : “¿No vas a decir nada. Y yo obedecí como siempre lo había hecho, no dije nada. Le di la espalda y cerré los ojos.
Ahora me arrepiento. Fijo mi mirada en ella. Tenia que haber luchado. Pero no hay marcha atrás. La suerte esta echada. Me tengo que ir de allí de forma inmediata. Me incorporo con  fina delicadeza. Deseo que no se despierte. No quiero intercambiar una sola palabra. Cojo lo primero que encuentro para vestirme. Salgo de casa y cierro la puerta con precisión de cirujano. Me apoyo en la pared. Y respiro profundamente. Ya ha pasado.
Me quedan ocho horas infernales en la oficina. Un informe a primera hora me abstrae de mi mundo. Pero a las diez vuelve a retornar mi pesadilla. Me animo. Me digo que tengo que ser feliz. Ella no vale tanto. Pasare una mala temporada, pero luego seré feliz. No hay mal que por bien no venga. Ella no te merecía. Es el momento de ser valiente, de navegar solo. Va a ser lo mejor. Es lo que siempre has querido. Hacer lo que te de la gana. Sin ataduras. Sin Control.
Es la mejor solución. Las horas avanzan y me siento cada vez mejor. Es la hora de irse a casa y empezar de cero

Jugueteo nervioso con las llaves entre mis manos. Antes de abrir la puerta del apartamento, rezo porque ella siga allí.