miércoles, 21 de noviembre de 2012

VIDAS BORRADAS


“La vida es un sufrimiento y estamos aquí  con el único objetivo de unirnos a Jesus en una vida  futura”  Esa frase se  quedo clavada a fuego en mi memoria.  Un señor con un alzacuello me la dijo acariciándome la mejilla cuando salía del funeral de mis dos hermanos pequeños.  En mi vida me había sentido tan indefensa y  tan triste hasta ese momento. Solo recordaba la cara de  Sofía cuando se despertaba de noche asustada por una pesadilla. “Tengo miedo”-me decía. Yo le abrazaba fuerte hasta que casi dolía y le decía “Estoy aquí, no pasa nada”.  Soy yo la que tenía miedo ahora. Solo recordaba a Alfonso el Bravucón. Ese niño dictador que quería todo ya y ahora. Ese niño que quería comerse el mundo. Cuando se ponía muy pesado, le hacia una llave, le inmovilizaba y no le soltaba hasta que le obligaba a decir. “Alfonso es una niña mimada”. Juegos de hermanos. Fonso se resistía a poner la rodilla en tierra y  como soldado que nunca se rinde, brazeaba, gritaba, gemía y se dejaba el alma por conseguir la libertad. Toda mi tristeza se convirtió en rabia. Como esa persona tiene derecho a decirme eso. Mis labios se llenaron de palabras gruesas.
-          “Con  Jesus estará su puta madre”- Le dije a ese cura-   asustado dio un respingo y quiso darme un cachete como castigo.
-          Adriana, por favor, pide perdón ahora mismo – me dijo mi padre agarrándome del brazo
-          La culpa de todo la tienes tu- le respondí soltando su brazo y echando a correr grite con todas mis fuerzas- ¡Tu eres el que deberías estar muerto y no ellos!
No había destino. No había solución. La solución a mi destino no sé donde estaba.  Pero corrí sin mirar atrás. Solo quería escapar. Escapar de aquel lugar para olvidar. Olvidar ese lugar en el que nunca quise estar. Estar en otro lugar en el que el aire no me asfixiara.
 Corrí con mi traje de domingo y solo quise buscar los brazos de la única persona que me comprendía. Sofía. Mi confidente. Mi vida. Mi madre. Habitación 321. 3, 2,1 sorpresa  y estas de nuevo conmigo. Ella no pudo despedirse de Sofía y Alfonso. Llegue con el corazón latiendo a toda velocidad, me acurruque sobre su cama y le dije que le echaba de menos, que por favor no nos dejara. Que todo iba a salir bien. Que le esperábamos en casa, con la mesa puesta, con el mantel de flores que tanto le gustaba.  Comeríamos todos juntos y seriamos felices. Seriamos lo felices que podríamos ser.  Intentaríamos ser felices. Felices incompletos. Completar los huecos de felicidad de los que no habían dejado. En mi vida las lágrimas de mis ojos  dolieron tanto al recorrer mis mejillas.  Notaba como surcos de fuego recorrían mi cara,  y erosionaban más y más mi blanca piel. No me moví de allí. Como perro que esta junto a su amo. No abandone a mi madre.
Mi padre no estaba lejos una planta más arriba, tampoco pudo dormir aquella noche. Ni la siguiente, ni la siguiente. Y tal vez nunca más su conciencia pudo dormir tranquila. Estaba con Alfredo.  Su niño. Su preferido. El único hijo que le quedaba.
Su único hijo,  porque aquella noche decidí que yo dejaba de ser hija suya. Nunca te perdone que no bajaras a verme esa noche. No te quería ver, pero solo te tenía a ti. Nunca un abrazo tan deseado nunca ocurrió. Unos escalones nos separaban y no tuviste valor de atravesarlos.
Una pesadilla se repitió una y otra vez en mi cabeza esa noche. Ese coche con mis 3 hermanos y mis padres. Maldito cumpleaños. Maldito paso a nivel. Maldito Alfredo porque tuviste que nacer ese día.  Maldito tren. ¿Por qué no estuve yo y no ellos? ¿Por qué estaba yo allí para verlo?
La relación con mi padre a partir de aquel día se convirtió en una guerra fría constante. Misiles siempre preparados para ser lanzados. Cualquier palabra, cualquier momento, cualquier causa era buena razón para una atronadora guerra. Teléfono rojo siempre en línea para empezar la lucha. Guerra sin cuartel. Guerra que solo acababa en lagrimas, ruidos y tristeza.
Guerra de hospitales. Batalla de médicos. Guerra de lucha por vivir. Batalla por no llorar. Guerra por preguntar a los médicos. Batalla por no decaer. Guerra y nunca Paz. 
La primera batalla desencadeno una sonora derrota. Mi madre cayó en el frente, pero yo no caí en el mismo error de visitar aquella iglesia. Mi padre fue el único representante en la maldito recepción que le hizo ese maldito Jesus. Yo me quede con Alfredo.  Éramos los mayores. Siempre éramos los responsables. Los que cuidábamos la casa cuando nuestros padres no estaban. Hoy Alfredo voy a cuidar de ti.
Ese día Alfredo me dijo una frase desde su triste atalaya de sabanas verdes, cables y olor a hospital. Adriana, yo solo quiero llegar a cumplir 10 años. Maldita efeméride que nunca podremos celebrar igual de nuevo. Destino macabro. Deseo de celebrar la vida. Obligación de recordar la muerte.
Deseo obligado de seguir adelante. Obligación no deseada de recordar a los que se fueron. Una venda en los ojos para no ver que la vida sigue o  seguir con la vida  quitándonos toda venda que nos impide ver.
Alfredo resistió con todas sus fuerzas. Segunda batalla y segunda derrota en las trincheras. Golpe directo al corazón. Corazón que no late por el dolor. Dolor que no deja de latir. Sus órganos se pararon. Su cerebro siguió ahí, como un barco perdido en la niebla. 23 días conectados a una maquina y por fin llego su día. 21 de Junio. Meta conseguida  y solo nos queda un homenaje. Un homenaje a tu tesón y tus fuerzas.
Cuando sus pulmones dejaron de respirar, la inmensa tristeza me hizo envejecer súbitamente, el acné juvenil se convirtió en cicatrices imposibles de cerrar, el tono rosado de mis  mejillas se transformo en un tono blanco enfermizo y las arrugas  comenzaron a surcar mi cara por ese dolor contenido. Era una niña hecha mayor a marchas forzadas, inocencia rota por el dolor, dolor que no deja sentir. Sentimientos resquebrajados por el rencor. Rencor que solo me hacía odiar.
Te odio papa. No te quiero ver. No eres papa. No eres mi  Padre. No eres padre Eres  a secas Alfonso. No eres nada. Quiero borrarte de mi vida. Quiero borrar quien soy. Reset. Punto y aparte. No te quiero ver. No me llames. No me conoces. Ya no soy yo. Adriana Vélez Montalvo deja de existir. Nosotros dejamos de existir para siempre. Somos tú y yo. Siempre separados por un “y”.
Decidí exiliarme de esta vida, presa política en casa de la abuela. Brazos cercanos. Caricias. Calor. Vida normal para una niña. Solo recuerdo el día que me fui. Tu imagen en la puerta de casa entreabierta. Tus ojos brillantes. Tu mirada al suelo. Yo con mi maleta. Dude. Dar marcha atrás. Pero tú no hiciste nada para evitarlo.  Brazos caídos por el dolor. Castillo de Naipes que se derrumba. Gota de agua que se resbala entre tus manos.
Mis apellidos volaron, lo siento mama, pero necesitaba saltar. Necesitaba huir, escapar y tal vez desaparecer. Actor sin pasado busca otro futuro. Futuro te busco y no te encuentro. Pubertad habiendo vivido demasiado. Demasiadas cicatrices en el cuerpo. Un cuerpo en crecimiento que había vivido al límite de sus posibilidades.
Desde entonces las noticias de EL. Si EL solo EL. No se merece llamar por su nombre. No tiene nombre para mí. No tiene hueco en mi vida. Fueron pocas, a cuentagotas, por conocidos, por vecinos, pero nunca más  nos volvimos a ver. ¿Cómo está tu padre? Bien,  lacónico,  frio, sin explicaciones. Esa era mi respuesta siempre. Un muro de Berlín separo mi vida y la suya.
Pasado un tiempo, el Bien, fui sustituido por un ¿Alfonso, quien es Alfonso? Yo a esa persona no la conozco. Me miraban extrañada, pero la costumbre y la insistencia hacen mella y al final la gente dejo de preguntarme. Los recuerdos comenzaron a olvidarse. Olvido. Amnesia. Vidas borradas. No hay opción de  deshacer. No hay marcha atrás. Quinta marcha y motores a toda máquina. Tirar por la borda todos los recuerdos. Me llamo Adriana Iragua Manchón.  En un salvavidas abandonamos a ese polizón  llamado Alfonso y comenzamos a surcar aguas tranquilas. Velocidad crucero a 5 nudos y la vida va depurando esa agua turbia y marejada que vamos atravesando. Los posos se depositan en el fondo, el color marrón desaparece, las olas se convierten en una mar tranquila. Saco la cabeza por la borda y por fin veo el fondo de mi vida a través de una agua cristalina, trasparente  y clara.
Los sentimientos escondidos son como un boomerang. Parece que se alejan y ya no van a volver. Pero cuando menos te lo esperas vuelven. Un tsunami exploto en este mar tranquilo de recuerdos  en el que vivía y el agua se volvió marrón, turbia de nuevo. Todas las piezas del puzle que tanto tiempo me había costado montar volaron por los aires.  Un telegrama  con un  mensaje muy corto. “Alfonso ha muerto. Funeral 4 de Mayo en la Iglesia del Salvador. Lo siento.”
No hubo lágrimas. No hubo despedida. No hubo nada. Cero absoluto. Absoluto desprecio.  Telegrama a la basura. Vida normal. Vida doblemente normal. Vida anormalmente normal.
 Única superviviente de mi familia. Familia que no sobrevive a la vida. Vida que sigue sin la familia. Familia que muere y empieza. No quise nunca mirar atrás. Mirar adelante y avanzar. Pero algo fue muriendo en mi interior. La soledad y el recuerdo nunca me permitieron ser feliz. Falsa felicidad. Felicidad en una falsa vida. Vida de felicidad con falsos sentimientos. Nunca tuve pareja estable. Nunca fue estable mi vida y nunca quise poner las bases para ello. Las heridas nunca cicatrizaban y los recuerdos hacían que los puntos se abrieran de nuevo. Vida yerma de sentimientos. Tierra que nunca dará una nueva cosecha. Cactus en un desierto que sobrevive sin agua. Esa era yo. Un cactus olvidado en el desierto. Un desierto de sentimientos. Mis púas y pinchos hacían que cualquier intento de contacto vital escapara de aquel infierno. Infierno vivido en vida. Vida infernal.
Hoy mí vía crucis por fin se ha acabado y  a mis 70 años ha llegado mi día. No espero juntarme con Jesus, nunca fui creyente y nunca quise creer, siempre fui una incrédula.
Pero hoy me gustaría volver a verte  padre y solo querría decirte dos palabras:

 LO SIENTO.

viernes, 9 de noviembre de 2012

CONTRADICCIONES E HIATOS


Noche de bullicio, han abierto las puertas del manicomio y parece que todos los locos se cruzan conmigo. Solo quiero llegar a casa. 8 horas con el monstruo de mi jefe son suficientes y mis huesos solo piensan en caer sobre mi querido sofá de color calabaza. Hice una apuesta al estilo truco o trato de doble o nada con mi compañero y la perdí. Resultado: una hora más castigado limpiando la tienda. Consecuencia: perder el bus de vuelta y una hora de larga caminata hasta casa bajo una abundante lluvia.

-“¡Lluvia, que mas da eso!”- me dice una señora mojada hasta las cejas al mismo tiempo que me sonríe.  Yo le correspondo con mi más falsa sonrisa, al mismo tiempo que intento rodearla.

-“Existía en mi cuerpo una imparable necesidad de matar a la gente”-me reprende- la sonrisa se convierte en pavor.  “Sentada en este mismo lugar, viví mis mejores capturas”-suelta la señora al mismo tiempo que lanza  una sonora carcajada.

 Acelero el paso, primera base superada, solo quiero llegar a mi casa, pero un abuelo me bloquea de nuevo:

-“La fantasía y el destino vas unidos de la mano, hija,  la única edad que esconde su futuro es la tuya”- me dice el señor alargando la mano en busca de contacto vital.

La frase me parece de poeta, veo reflejado en su rostro a mi abuelo que me llevaba al parque y me entretenía con sus historias. Me veo engatusada por los recuerdos. Pero el momento mágico se ve interrumpido:

-Contradicciones e hiatos – Dice el señor cambiando el semblante de la cara.
-Contradicciones e hiatos- repite sucesivamente subiendo el tono de voz.
-Contradicciones e hiatos- grita rabioso

Este no es mi abuelo, rechazo su mano y cambio de acera, en busca de la tranquilidad, pero un nuevo personaje se interpone en mi camino. Esta vez una niña que parece perdida, me hace parar y mi sentimiento de protección me supera. Intento esbozar de nuevo una sonrisa y le digo:

      - ¿Qué haces aquí solita, ni….?
- El estado de bienestar es algo que tratan de mantener los débiles de espíritu, una vez  me he hecho vieja, comprendí  que el futuro está  en el liberalismo”- me responde cortando bruscamente mi frase.
Esto sí que me dio miedo y empiezo a correr despavorida, al mismo tiempo que me alejo veo  como la niña levanta  su mano derecha al cielo:

- El comunismo es un un engaño para con uno mismo, enfermedad  de juventud, los accidentes se pueden solucionar.

Algo no funciona. No tenía que haber tomado ese último café. Veo mi portal al fondo de la calle. Decido poner pies en polvorosa y me encuentro con mi vecina en la puerta. Y le digo

         - Buenas noches, ¿Qué pasa hoy? ¿No hay más que gente rara revoloteando?
     - Hoy hay un miedo que no había antes en la calle- me responde

Al fin alguien cuerdo pienso y suspiro aliviada.

         - El fin de la decencia como sentido en la vida se ha acabado, el fin de nuestras vidas esta cerca al  menos en el curso de destrucción que nos acecha, un culto vicioso me hacer ser mala – me reprende intentado coger mi cuello con sus manos.

El momento de tranquilidad se interrumpe de nuevo.
Continúo con mi escapada por las escaleras. Corro como pollo sin cabeza. Saco mis llaves. Intento introducirla en la cerradura. El sudor hace que resbale. Miro hacia atrás aterrada pensando en el siguiente personaje que puede aparecer. Al fin acierto.  Cruzo la puerta y pego un portazo. Por fin en casa. Apoyo mis manos sudorosas en la pared de la cocina. Levanto la cabeza y miro el calendario. 31 de Octubre. Dudo unos segundos. Es Halloween. ¡Como odio estas malditas fiestas yankis !

viernes, 2 de noviembre de 2012

HISTORIA BORROSA BUSCA MODULACIÓN


Días borrados. Ganas de borrar ciertos días. Días que deberían ser borrados del calendario. Calendario vital para olvidar. Pero hoy el día estaba marcado en rojo. Rojo festivo pintado a fuego en el calendario.  Querer recordar y no poder. Poder pensar sin recordar. Recuerdos borrosos, que no borrados, borrosos recuerdos que intentaba recuperar.

Observador de guerra en entorno hostil. Periodista  en zona de guerra que va viendo como las noticias transcurren a través de una mirilla. Recuerdos sin conexión. Conexión entre lagunas mentales.  Ambiente cargado por un denso humo. Aquí no ha llegado la ley anti-tabaco. Voces y carcajadas en medio de la penumbra. Los botellines desfilan como soldados en la guerra. Todos van al frente. Todos mueren agotados, exhaustos, vacíos en las gargantas de los presentes. La bola se va haciendo más y más grande, pero la  mirilla se hace más y más pequeña. Hasta que el momento llega.
Negro absoluto en mi vida. Vida venida a cero. Cero absoluto de vida. Vida sin sentido. Sentido perdido. Perdido en la noche. Noche divertida. Noche de Emociones. ¿Tal vez la mejor noche de mi vida? Pues no te lo puedo decir. La razón. Yo mismo. Amnesia parcial transitoria. Mi cerebro no quiere arrancar esta mañana. Pause pulsado y el botón de avance  estropeado. Los cabezales de mi viejo video Beta chirrían intentando reproducir la cinta que alquile ayer en el videoclub de la mala vida. Los soldados de mi mente están agazapados en sus trincheras, esperando una nueva embestida, soldados hundidos, soldados que solo quieren volver a su casa, esperando  pacientes un momento de calma para volver a vivir. Volver a pensar. Quizás me golpee mi  cabeza contra un bordillo o tal vez un portero mononeurona de discoteca  no alcanzo a entender mis comentarios sarcásticos de gafapasta.

Todo era posible. Incertidumbre supina como diagnostico. Diagnostico conocido por todos. El enfermo no sabe, no contesta. Yo no estuve allí. Ese no soy yo.

El soldado se despierta e intenta abrir perezoso los ojos. Primer parte de guerra.  Fuertes contusiones en brazos y piernas. Dolor punzante en la parte izquierda de mi cabeza. Manos negras como el carbón. Parece que la guerra de trincheras dejo poso en mi cuerpo.  Daños colaterales aparte estoy agusto, la estancia me parece conocida  así que me imagino que estoy en casa. Agarro fuerte mi edredón. Una suave fragancia a lavanda me hace olvidar mi intento por recordar. Retomo de nuevo con fuerza que mi memoria perdida encuentre algún dato de interés. Frunzo el ceño. Aprieto los dientes, pero no recuerdo nada. Levanto la sabana y veo mi cuerpo desnudo. Ese soy yo. Siempre me gusto el exhibicionismo.

Alargo la mano y abro el cajón de la mesilla en busca de algo conocido que me muestre la luz. A ciegas con los ojos cerrados abro el cajón y cojo lo primero que encuentro. Lo toco, retoco y aprieto. No  acabo de caer que tengo entre las manos. Abro los ojos y veo un consolador tan grande como un calabacín. Resbala de mis manos, pego un grito como una anciana indignada y rebota contra el suelo. El artificio pasa rozando mi nariz y me digo sonriendo siempre hay que tener un PLAN B para los días malos.  Me incorporo y rebusco en el cajón. Veo una caja de preservativos. Puede haber días malos, pero  los buenos tienen que ser seguros. Veo un logo XL sobre la caja y me hincho como un pavo.  Sigo el proceso de inspección y  un objeto brillante llama mi atención. Una alianza dorada. Como un cuervo en busca de sus joyas, la atrapo y  la poso sobre mis dedos. Se ajusta a la perfección. Marido ejemplar con vida sexual activa. Al pavo está a punto de explotarle el pecho de la emoción con el personaje que vislumbraba en su cerebro. Pero  la curiosidad  mato al gato. Encuentro una caja con pastillas azules. V-i-a-g-r-a…. El pecho comienza a convertirse en una prominente barriga. Analizo los pros y los contras. Bueno no hay que cerrarse a avances tecnológicos. Modifico la presentación anterior. Marido ejemplar con vida sexual que tiene días malos y días buenos.
Sigo en esa búsqueda de la verdad y encuentro un papel amarillo. Multa de la policía municipal por escándalo público.  El eslogan vuelve a cambiar. Marido no tan ejemplar con vida sexual con días malos y días buenos.
Me pongo de pie al ver que esta película tiene muchos matices ocultos, abro el segundo cajón de la mesilla y veo una navaja con un filo alargado de esas que si se merecen llamarse arma blanca.  El eslogan de campaña se va deformando. Opción 1 La seria y peliculera. Marido no tan ejemplar con vida sexual tiene días malos y días buenos vive con un arma blanca como mejor amiga.
Opción 2 La berlanguiana. Marido no tan ejemplar con vida sexual con días malos días y buenos tiene un primo de Albacete que le manda navajas.
Abro el tercer cajón. Esto parece una farmacia. Cajas de todos los colores. Cojo unas pastillas marrones. No sé lo que es.
Intento ojear las instrucciones de uso en busca de una respuesta, cuando una silueta rompe la oscuridad del momento, abriendo la puerta. 1,80. Caballera rubia. Largas piernas. La frase de presentación repunta como la bolsa. Marido no tan ejemplar con vida sexual con días malos y días buenos, espera a su mujer modelo  a que llegue de la pasarela cuidando la casa con una navaja entre los dientes.
Ella atraviesa la penumbra y es entonces cuando veo sus grandes manos, una pronunciada nuez y una gruesa  voz que me dice:
 -“Eso son estrógenos mi amor, no son para ti”
Tras este periodo transitorio de oscuridad se llega a la misiva final que acaba con este momento de búsqueda de la verdad...
Marido nada ejemplar con vida sexual desastrosa sale desnudo a la  calle corriendo con una navaja en las manos ante los gritos despavoridas de las vecinas.