jueves, 25 de abril de 2013

Conversaciones de urgencia(s)


Esta es la segunda vez que vuelvo al hospital. Urgencias. Siempre la sala abarrotada. Es sentarse en aquellas sillas de plástico y mi cerebro  se bloquea observando a toda la gente que ha sido depositada en aquel funesto lugar. Miro la cara de aquellas  personas. Imagino que les ocurre. Que les ha podido pasar. Maldito olor a hospital. Malditos recuerdos.  Cada uno con su historia a cuestas. Cada uno con su problema esperando una solución. Esa cara de preocupación. Esa mirada perdida esperando que las agujas del reloj avancen. Esa caricia a tiempo en busca de apaciguar esa lagrima latente. Esa mirada al suelo. Ese suspiro que sale del pulmón y resuena en el silencio de la sala de espera. Me siento indefenso. Me siento sin fuerzas en aquel lugar.  Es una mezcla de miedo, ternura, y ganas de escapar de aquel sitio pintado de un verde que no da mucha esperanza.

 Es la segunda vez que vuelvo al hospital contigo. Yo no soy el protagonista. Soy el actor secundario que intenta hacer un buen papel. El guion no está muy preparado. Todo se basa en la improvisación.  Después de preguntar  5  veces,  “¿Te duele?”, 3  veces  “¿Estas bien?”  y  6 veces  “¿Como estas?” Veo como te cambia el rictus y noto una punzada telepática que me dice: “¡Subnormal, cállate!”.  Pillo el mensaje y empiezo a calcular mis palabras. Intento buscar temas superfluos. Temas sin importancia. Temas con que los minutos se  conviertan en segundos. Pero un vacio enorme retumba en mi cabeza y decido mantenerme callado. Te cojo la mano y acaricio suavemente con mis dedos tu muñeca. 

Es la segunda vez que vuelvo al hospital contigo y no soy el enfermo. Siempre de acompañante. Siempre intentando poner buena cara. Siempre deseando que salga cara. Pero por segunda vez sale cruz.  Pruebas preliminares y la apuesta doble de dormir en casa se pierde. La ruleta nos da la espalda. La banca siempre gana y de nuevo estamos en ese box de urgencias con sabanas blancas por paredes. El destino es cruel y estamos en la misma cama que hace un año y medio.  Mismo lugar. Deseo que no te acuerdes. Hay que ser positivo. Hay que intentar ser optimista. Pero como bobo acompañante que soy, tras unos minutos de silencio, mi verborrea nerviosa lo suelta:

-“Es la misma cama que la última vez que estuviste” – te digo con una media sonrisa.
-“Si…”- Me respondes lacónica, suspirando, como diciéndome, que te crees que no me acuerdo, no hace falta que me lo recuerdes…



Y de nuevo silencio. Le miro a los ojos. Ella me mira a los ojos. Yo le pongo mi cara más tierna. Le vuelvo a mirar los ojos. Ella me vuelve a mirar. Le paso la mano por la frente. Y le vuelvo a mirar los ojos. Entramos en un bucle infinito. Intento romperlo, pero solo se me ocurren 3 preguntas. “¿Te duele?”“¿Estas bien?” “¿Como estas?”  ¡No las digas, por favor!
No aguanto más y dirijo mi mirada al suelo. Suspiro fuerte  y mi cara de alegría comienza a derivar en un tic nervioso. El nerviosismo se convierte en preocupación y no puedo esconder que nadie nos diga nada. No te descompongas. Se valiente. Sonrisa falsa. Salgo fuera del box y como en las teleseries americanas hago un amago de coger a una enfermera por la pechera y pedirle explicaciones. Pero siempre fui un tipo cobarde y vuelvo a entrar en esta maldita habitación de circunstancias.

-¿Te he contado alguna vez, la historia que me paso una vez con mi familia en estas mismas urgencias? - Te lo pregunto sabiendo que ya conoces la historia y esperando  un sí de confirmación que me deje continuar.
- “Creo que sí, pero cuéntame...”- Me dices haciendo un esfuerzo por sonreir.

Un día de verano de estos que pegan fuerte. Volvía de la universidad a las 15:00 de la tarde y solo quería llegar a casa, comer y echarme la siesta. Pulso el botón del portero. No me digas por qué, pero ese día no tenía llaves. Pulso otra vez y el silencio por repuesta. ¿Pero, qué pasa? Es imposible que mis padres no estén. Busco la cámara oculta. Pienso:  “Este es mi hermano que me está gastando una broma”.  Vuelvo a llamar al portero. Otra vez. Y otra vez. Harto, dejo pulsado el dedo y cuando el piiiiiiiii me retumba en la cabeza retiro mi dedo. Algo pasa. Mundo sin móviles. Que felices éramos incomunicados, pero lo que hubiera dado por estar conectado aquel dia. Me siento en el banco de debajo de mi casa y solo me queda esperar. Un fogonazo después de un cuarto de hora de espera me hace acercarme a una cabina de teléfono y llamo al móvil de mi hermano que casualmente tenia apuntado.
“Alberto, tranquilo, no pasa nada….”-3 segundos de silencio que me erizan la piel –“Estamos en Txagorritxu, la mama está ingresada, pero está bien, ven para aquí y hablamos”.
-“¿Pero está bien seguro?-Le respondo rápido con el corazón encogido.
-Si – Me dice sereno mi hermano. Nunca fue nada nervioso, así que no esperaba menos de él. Colgué y un sudor frio recorrió mi espalda. ¡Mierdaaaaaaa!!
Cogí un taxi y me dirigí al hospital. Comunicado y adaptado al siglo XX que estaba yo hace unos años. Sin móvil y sin carnet.
-¿Ves como he mejorado?- te digo y veo como después de varias horas sonríes de verdad con ganas.
-Sigue me dices- Sabiendo  seguro como acaba la historia.


En esas que el taxi llega a las puertas de urgencias y veo que mi hermano esta fuera. No sé porque pero no me dice nada. Seguí recto y recorrí ese largo pasillo que va de la recepción hasta las camas de urgencias. Aquel pasillo me pareció en su momento kilométrico. Como  cuando quieres llegar a un lugar pero el miedo te hace dar dos pasos hacia atrás y uno hacia delante. Finalmente llego a la cama donde estaba mi madre. Veo que está bien. Que me habla. Le doy la mano. Me aprieta fuerte como es ella y noto que esa vida no se va  a apagar. Sabe que no está bien, pero aguanta ahí como una leona. Esa es mi madre. No pasa nada. Después de un primer momento de emoción, llega el momento de silencio y calma. La situación es grave, pero las perspectivas son positivas.
¿Y me pregunto una cosa? ¿Donde esta mi padre y mi otro hermano? Y es entonces cuando viene la causa de que te cuente esta historia. A mi padre le llamaron a casa diciéndole que mi madre estaba ingresada. Al llegar al hospital cuando la vio en la cama, le dio un mareo y le ingresaron en otra planta. Cuando llego mi hermano el mediano, venia directo del  trabajo y en el momento  de ver a mi madre otro que cayó en el mundo de los mareos y en una silla de ruedas le sacaron a la calle que tomara el aire. Así que me contaba mi hermano que él estaba allí en urgencias.  Mi madre en urgencias, mi padre otra en planta y mi hermano fuera en una silla de ruedas. Se nota que somos una familia solidaria y si uno se pone enfermo, todos nos ponemos enfermos. Y no solo solidaria, sensible. Muy sensible a las enfermedades. Fue entonces cuando entendí que la enfermera me dijera al llegar.
-“¿Estas bien?¿Seguro? Entra tranquilo, poco a poco, no tengas prisa,  no entres rápido”:
Y yo que le mire con cara de: “Esta tía está loca”.

Veo como tu cara se ha olvidado de donde estas y ríes a pierna suelta. Durante unos minutos me siento útil. El actor secundario ha seguido las directrices correctas del director y ha conseguido su objetivo, hacer más suave aquel aterrizaje en aquella cama de hospital.  Carcajadas negras teñidas de batas de colores.  Carcajada de urgencia. Urgencias menos negras.

Han pasado unas horas. Estoy en la habitación del hospital sentado en ese butacón horrible que ponen al lado de las camas. Estas durmiendo. Me gusta verte con tus ojos cerrados. Con esa cara de buena. Con esa cara de no haber roto un plato. Me he puesto la radio y entre canción y canción oigo esta letra:





“Me enfado con tu risa.
Te ríes otra vez.
Me muerdo los nudillos.
Tú muerdes la pared.
Ahora no me arrepiento.
Ahora ya sé porque.
Me quedo siempre junto a ti.
Me quedo siempre junto a ti.
Me quedo siempre junto a ti.
Me quedo siempre junto a ti.”

Ojos brillantes. Brillantes de emoción. Emociones Urgentes. Brillantes en Urgencias. Brillantes por vivir. Brillantes. Solo Brillantes.


Cancion: Coque Malla feat Rebeca Jimenez - Siempre junto a ti


martes, 2 de abril de 2013

LA ULTIMA VEZ, ¡LO JURO!


Alcohol. Bendito alcohol. Causa y  solución de todos los problemas.  El alcohol siempre ha sido medicina popular para todo. Filosofía alcohólica de vida. Tengo problemas. Una  copa para ahogar las penas. No tengo ningún problema. Una copa para celebrarlo. Si algo me ha salido bien. Una  copa para poner la guinda. Si algo  me ha salido muy bien. Copa para darle un plus al día. Y si algo me ha salido de puta pena. Pues doble medicina. Dos copas y si no se soluciona pues otra copa extra. Pero qué pasaría si este círculo vicioso se cortara. ¿Qué pasaría si las bebidas espirituosas no existieran?

De primeras se me ocurren situaciones cotidianas que ya no pasarían. Ya nunca más dirías la típica frase  los domingos al despertar. “La última vez que pruebo el alcohol, lo juro” Nunca más le dirías a tu pareja esa frase que nunca has logrado cumplir: “Me tomo una, solo una y voy rápido para casa” O que sería  de esa última conversación cuando quedas  con los amigos: “Venga la ultima y nos vamos. La espuela.”Y que seria de la mítica que todo el mundo ha dicho: “Hoy no salgo, me quedo en casa y acabas a las 7 de la mañana en el último tugurio de la ciudad vestido con el chándal que llevabas al bajar la basura".
Que sería de los tímidos y temerosos sin ese puntito de valor que les da el alcohol. Nunca se hubieran atrevido a hablar con aquella chica del fondo del bar. Nunca hubieran plantado cara a aquel tipo socarrón que se metió con ellos. Nunca hubieran soltado sus penas a un amigo en el fondo de la barra de un bar. Nunca hubiera parecido gracioso aquel tipo gris y anodino sin su vaso de whisky en la mano. Las penas serian más duras sin alcohol para los tímidos y los tímidos vivirían en pena sin esa copa de alcohol.
Que sería del cine sin alcohol. Que sería de Nicholas Cage en Leaving Las Vegas. ¿Vendería todas sus propiedades para acabar con su vida a base de mostos en las vegas? Seguramente moriría, pero por un exceso de azúcar.  Que sería de Don Draper en Mad Men sin su vaso de whisky matutino. ¿Seguro que sería  tan duro con una manzanilla en la mano en vez de whisky por la mañana? Que sería de los rudos vaqueros en el Bar Salón  del Oeste. ¿Beberían solo zarzaparrilla? ¿Y qué sería del borrachín del pueblo  que esta siempre al fondo de la barra? Que sería de James Bond y sus míticas conversaciones en la barra de un bar.3 cuartos de  zumo de naranja y un cuarto de melocotón. Agitado,  no mezclado, por favor. Adios glamour. Que sería de ese antihéroe de las películas de acción que se despierta con resaca, barba de 3 días, confuso y lleno de problemas. El hombre se levantaría a las 7 de la mañana fresco como una lechuga, con el cerebro  despejado y las películas tendrían un metraje de media hora al resolverse la trama rápidamente.

Que seria de la juventud. Sin botellón. Sin alcohol. Sin Copas. Sin Kalimotxo. ¿Hoy que hacemos? Vamos a la biblioteca. Hoy es sábado, ¡bien!, al fin podre leerme ese libro de Dostoievski que tenia en la recamara. Adios PUBS. Hola paseos por el monte,  eso sí muy tristes, porque faltaría la botella de vino. Adios discotecas. Hola hacer deporte. Adios barrigas cerveceras. Hola zumos de vitaminas. Adios After Hours.  Hola Before Hours, ósea llegar pronto a casa. Adios beber y no pensar. Hola pensar y luego actuar.
Que sería de esas noches que siempre quisimos olvidar. ¿Qué coño hice ayer? se convertirá en me acuerdo de todo. Esa llamada a un amigo al despertar preguntando: ¿Cómo llegue  a casa?, se convertirá en cogí el tren de las 3 como todos los sábados. No habrá más  reconciliaciones indeseadas  con tus ex novias bañadas por  alcohol. No habrá más verdades incomodas a últimas horas de la madrugada cuando la lengua se suelta y la vergüenza se olvida. Todos seriamos mas falsos, menos desinhibidos, y seguro que más tristes.

Que sería  de los humoristas y su filón de chistes de borrachos. Seguro que el subconsciente les jugaría malas pasadas. 

-“Esto que llega el marido a casa a las 6 de la mañana, le abre  la mujer la puerta con la escoba en la mano y este le dice  sin trabarse, sin la ropa desabrochada y con un aliento cristalino a licor del polo…"

Bloqueo mental  y el humorista le da vueltas a la cabeza, pero no consigue terminar la historia.

-Esto…esto...¿Cómo era..? Si ... esto era supergracioso…”

Qué pasaría con la nueva fauna de sibaritas que han aparecido alrededor del alcohol. Adios decantadores. Adios taninos. Adios sabor a tierra. A madera. A roble. A barrica. He oído hasta sabor a alquitrán. ¿Pero alguien a lamido alguna vez una carretera?
¿ Todos los nuevos fans del GIN TONIC que harían? Donde pondrían su frutería de pepinos, fresas, calabacines y moras con la que aderezan sus copas.  Rioja seria denominación de origen del mejor aceite , Rueda seria la marca de los mejores tomates y en San Sadurni de Noya…..en san Sadurni de Noya…

Tititi….tititi…

En San Sadurni de Noya ni idea...

Titiiti…tititi

Solo oigo el sonido del despertador, mis tribulaciones se interrumpen y salgo de mi letargo matinal. Un dolor penetrante en mi cabeza, como un taladro a toda potencia en mi sien, me noquea al intentar levantarme. Dudo unos segundos. ¿Qué hice ayer? ¿Como llegue a casa? ¿Quien es la chica que está a mi lado? La última vez que bebo, lo juro. Alcohol. Bendito alcohol. Causa y  solución de todos los problemas.