viernes, 15 de marzo de 2019

Aterrizaje de Emergencia



Amargo Desenlace. Finales infelices. Se dejaron las perdices.  Colorin Colorado este cuento no ha acabado.  No siempre uno mas uno son dos. A veces son tres. A veces ninguno. En ciertas ocasiones uno se encuentra con un portazo en las narices. O en otras se encuentra feliz de la vida sin saberlo.
Todo depende de la dulce fortuna. Tal vez todo este escrito. El destino se volverá a  reír de ti a la cara como siempre. O por una vez los perdedores no agacharan la cabeza.

 Ella se levanto pizpireta y estuvo cuarenta y cinco minutos de reloj arreglándose el pelo. No consiguió que el el rizado fuera exactamente igual que el de la revista de muestra que le había llegado a casa y decidió colocarse un moño. “Moderna, pero informal”: se reafirmo mirándose al espejo. El tenia dos prendas tipo. Una camiseta negra con mensajes incrustados que  llamaba chistes y unos vaqueros roídos que hacía tiempo pasaron por una lavadora. Ella salió de casa y se fue mirando en todos los escaparates. El cruzo el paso de cebra evitando disimuladamente tocar la parte que no estaba pintado de blanco. Ella llego tarde a la parada de bus. El impaciente miraba a izquierda y derecha esperando el advenimiento diario en forma de mechas rubias. Ella se salto la cola establecida y entro la primera sin pedir disculpas. El ultimo de la fila era él y eligió sentarse de pie cerca de su cielo. Ella abrió el móvil. El cogió su libro que le hacia de escudo protector con el resto del mundo. Ella no levantaba los ojos de su pantalla. El como agente secreto observaba de reojo. Muchas veces mandaba sondas espaciales no tripuladas con su mirada. Pero siempre se perdía la señal o la llamadas se veían interceptadas por esa señora mayor con la cara colorada como el planeta rojo que si tenia sintonizada su frecuencia interestelar. Ella no se daba cuenta de nada. El anotaba todo en su libreta naranja de escritor en la luna con una goma  romántica que circunscribía su corazón.  Vivían en mundos paralelos que nunca se cruzaban. Solo ese cuarto de hora en aquel autobús con turbogeneradores unía sus planetas. Universos separados por millones de años luz que encontraban un agujero de gusano que parecía comunicar sus sentidos. El astronauta decidió salir de su capsula y pisar tierra firme. Poner su sistema gravitacional en alto y dar pasos de 7 metros hacia esa luna con dos cráteres en forma de hoyuelos perfectos en sus  mejillas. Un agujero negro que absorbía la luz y todo lo que se pusiera por delante  aniquilo al aventurero. Ella deja caer su café del starbucks en forma de basura espacial. El cosmonauta no lo vio venir y tropezó torpemente poniendo  su rodilla a tierra. Ella ni se inmuto. Al ver llegar su parada y como  anillo de saturno siguió girando. La fuerza centrípeta de aquel planeta con mechas expulsó a su paso a nuestro valiente Neil Amstrong hacia el fondo del pasillo. Nuestro heroe cogio la suficiente velocidad como para desprenderse de sus propulsores y una vez en órbita pudo vislumbrar todo la inmensidad del espacio a sus pies. Allí al fondo escondida en el ultimo asiento descubrió un nuevo planeta sobre el que nunca había recurrido. Ella era minúscula. Con un flequillo recto y unos ojos diminutos que se ocultaban debajo de unas gafas negras. Un libro le parapeta y amortigua el impacto: La odisea. Astronauta griego fuera de órbita aterriza en planeta desconocido.
Pasan unos segundos. Houston tenemos un problema. Parece que no hay aire en esta órbita. Un fuerte dolor en las costillas no le deja respirar. Ella da un respingo y acaricia su mejilla para tranquilizarle. Mira sus constelaciones en forma de ojos verdes y el aire empieza a circular por los conductos espaciales de sus pulmones. El casco interespacial que convierte CO2 en oxigeno empieza a carburar y se dibuja una sonrisa en su cara. Astronauta que rima cohetes de amor ha encontrado planeta con vida alienigena. Tal vez puede ser humana.

-        ¿Que es esto?- Le dice llevándose a los labios los restos de basura espacial  que había en su frente.
-        Restos de un aterrizaje que no acabo bien – le responde en tono heroico.
-        Sabe amargo- le reprende chasqueando la lengua.
-        En ese universo no había azúcar. Se acabaron los momentos amargos. ¿Quieres un caramelo?


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