Nunca quise ser como Steve Martin
Hasta ahora
he pasado a hurtadillas por tu vida, pero soy alguien que te tiene en su mente
día y noche. Siempre en constante búsqueda de ideas para ser feliz junto a ti.
Ejecutor de sueños imposibles. Artesano de proyectos por el mundo. Amantes
esporádicos que luchan contra su propio destino. Enamorados con ganas de
aventura. Te conocí en aquel local, tu estabas allí parada con tus amigas.
Enseguida note tu dureza en las distancias cortas, protectora, brillante, pero
en cuanto abriste tu corazón note tu piel suave. Piel tostada de terciopelo. Enseguida conectamos. Yo sabía que tu y yo íbamos a
acabar juntos. No siempre nos va bien. La vida esta hecha de momentos. Dientes
de sierra vitales. Nadie llega y hay que ser feliz en la escalera. Nuestra
relación depende de las estaciones. Silenciosa en invierno. Nunca me gusto el
frio para salir de casa. Esporádica en otoño. Escapadas furtivas. Amantes en
constante lucha contra la rutina. Todo florece en primavera. Brotes verdes
hacia una nueva vida. Explota en verano con jubilo, como los petardos llenos de
pólvora. Ruido. Ruido Feliz mezclado con cervezas. Estamos a dos cervezas de
sonreír. A 5 cervezas de reír sin
parar. A 7 cervezas de terminar un día
juntos. A 10 cervezas de ser felices. A 120 cervezas de volver a nuestro punto
de partida y poner de nuevo el contador a cero. Abrir otra cerveza y que gire
la rueda de nuevo.
Mi piel se
eriza cada vez que te miro. Mis nervios se desenfrenan cuando voy colocando
cada parte de mi vida en la tuya. Tetris vital. Nuestros tetróminos siempre
encajan. Las L siempre encuentran un hueco donde aterrizar y cada momento desaparece en nuestra vida en forma de
sonrisa. Las piezas no paran de caer, pero yo estoy allí para ser el arquitecto
de nuestra pasión. Tú haces hueco en tu corazón a cada una de mis
debilidades. Mi tensión se descontrola
cada vez que mis manos abren tu cuerpo. Mi corazón se alborota cuando nuestras
miradas se cruzan. La pena se desata cada vez que me abandonas en los
aeropuertos. Una fuerza irrazonable me hace pensar en saltar el mostrador
y correr
en tu búsqueda. Tengo miedo de no volver a verte. De perderte. De que
sea la ultima vez. Pero respiro, miro al
techo, noto como mi corazón quiere salir del pecho y tras unos segundos de
inquietud se que te volveré a ver en otro aeropuerto. En otro lugar. En otro
sitio donde seremos felices. Juntos subiremos montañas y juntos las bajaremos.
De pequeño
siempre fui fan de las películas de Steve Martin. Humor fácil. Películas que se
veían rápido. Películas que se olvidaban más rápido. Películas que no volvería
a ver. Bueno no pasa nada tenía 12 años. Pero saque la conclusión de que no quiero ningún Jhon Candy en mi vida que me
amargue los viajes. Mejor contigo que mal acompañado. Estoy deseando de verte
en el aeropuerto. Te recojo. Te llevo al taxi y abrazada a ti vamos a nuestro
hotel. Atravesamos el largo pasillo, respiro nervioso hasta ver la luz verde de
la habitación, la puerta se abre y allí estamos los dos solos. Te coloco sobre
la cama. Abro tu corazón y allí está todo lo que necesito. Eres mi maleta
preferida y no te cambiaría por nada.