CARICIAS BAJO UN MAR DE GOLPES
Toda una tarde en silencio. Miradas furtivas. Viendo
pasar el tiempo. Perdiendo el momento. Imaginándote. En un constante estado de ilusión. Expiándote detrás de mi velo de pudor. Soñándote.
Acción que no avanza, deseo que no cristaliza, pero con una ilusión que me
mantiene vivo.
Ahora solo hay caos. Sirenas de música ambiental. Ambiente mordido por la
tensión de los que no piensan. Golpes que no duelen. Pelotas que silban. Huesos
que crujen al son de una orquesta de porras sin sentimientos. Robots sin ganas
de dialogar. Llantos que no se oyen. Pasos descontrolados sin una parada en su
destino. Rabia contenida. Carreras y gritos sin sentido.
Tropiezas. Yo caigo contigo como una pieza de domino.
Nuestras pieles se rozan. Piel
tostada de terciopelo. Siento tu calor. Tus ojos que antes me evitaban, ahora
me miran fijamente. No es momento de escapar. Estamos tú y yo solos. Nadie
alrededor. El asfalto frió y áspero nos acoge en nuestra primera cita. No hay golpes. Tu sonrisa ilumina
nuestro momento. Tus labios carnosos me atraen. Un camarero con casco y porra
nos mira desafiante. No hay razones para irnos.
Noto tu aliento dulce. Este es nuestro sitio. Acercamos las cabezas. No
tengo miedo. Nuestros labios se tocan. Estamos solos, tu y yo solos, por fin.
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