Cuando el amor se termina,
el telón del se abre de nuevo y las cámaras vuelven a grabar. El actor
principal esta desentrenado, ojeroso, plomizo, fuera de forma. Los ojos
vidriosos delatan que no puede dormir bien,
pero la vida le va dando papeles en lo que intentar sobrevivir.
Bambi. Te sientes
solo. Ser indefenso en territorio
hostil. Te han abandonado. Solo queda llorar por las esquinas. Dar pena. Un
drama continúo. Todo me pasa a mí. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Dónde
está mi mama? Condenado a sufrir. Sufrir como un condenado.
Ramón San Pedro en
Mar Adentro. No sales de la cama. Tus piernas han dejado de funcionar.
Prisionera de la apatía. De la cama al sofá y del sofá a la cama. Solo quieres morir. No puedes
salir de debajo de tus sabanas. De repente aparecen un grupo de amigos que ya
no aguantan más verte así. Tú les pides
que sean valientes y te den ese vaso de
cianuro que deseas.
La lista de Schindler.
Marcado por la sociedad nazi. Eres un soltero. Dejas de ser ese chico
joven, simpático, con pareja y con una vida por delante para construir. Ahora
eres ese desgarbado que algo habrá hecho para que le dejen. Seguro que algo
esconde. Seguro que no es de fiar.
Igualito que un judío en Polonia. La vecina del cuarto te mira con cara de
pena. Los amigos nazis ya no cuentan contigo para sus planes de dobles parejas.
Persona sospechosa de no seguir la rueda de la vida. Si no eres como nosotros:
¡A la cámara de gas!
Sherlock Holmes. ¿Qué estará haciendo ella en este momento? Volver
a lugares comunes. Preguntar a amigos no tan comunes. Casualidad pasaba por
aquí. No te había visto. Estoy tan liado (buscandote).No me había dado cuenta
que estabas aquí. Hay que seguir el rastro.
Con tu amigo Watson comienzas a
rebuscar en facebook, twitter y redes sociales varias el nombre de tu ex. Revisas sus fotos, sus comentarios y cada
frase. Cada palabra que encuentras de
ella, cada sonrisa sin ti te anula, cada recuerdo lleva a otro recuerdo. Bucle
sin fin. Te vas haciendo más y más pequeñito hasta desaparecer y comenzar un nuevo papel con ella como único espectadora. El hombre
Invisible.
Bill Murray en Atrapado en el tiempo. Todo se repite. Todos
los días son iguales. Todos los días son días sin ella. Todo se parece a ella. Todo
te recuerda a ella. El dia de la marmota. Haz lo que quieras que de repente
ella siempre aparecerá en tu vida.
Woody Allen
en Annie Hall. Dar vueltas y más vueltas a todo. ¿Preguntarte por qué si? ¿Preguntarte por qué
no? Aburrir a amigos. Aburrir a familia. Aburrir a desconocidos. Desconocer el
límite del aburrimiento. Aburrir a los camareros en bares de mala muerte que
nunca cierran sus puertas. Tu vida se ve analizada hasta al más mínimo detalle.
Auditoría interna en marcha. Stop y rewind a todo lo que hiciste. La culpa la tuvo esa camisa de cuadros. Esa
sonrisa a destiempo. Ese dia que llegue tarde. Ese día tuvo la culpa. Esa culpa
tiene que tener un culpable.
Resacon en las vegas. Las noches son demasiado cortas.
Demasiado aturdidas mis neuronas para pensar. Todos los días son días de
fiesta. Beber agua no es de hombres. No hay vasos suficientemente grandes para
apagar mi sed. Los botellines desfilan como soldados por mi garganta. Operario
de la juerga con teléfono de guardia las 24 horas. Noches de desenfreno.
Mañanas de Ibuprofeno.
Aparecen entonces los actores secundarios. Los amigos que
son de nuevo tus amigos. Esa cosa
olvidada al fondo del armario con un fuerte olor a moho de repente se vuelve indispensable. La
amistad. Todos para uno, uno para todos. Un nuevo papel aparece. Dartagnan y los 3 mosqueteros.
Pero un dia inesperado el director de la película llama y te
dice su rendimiento laboral ha disminuido progresivamente y hemos decidido
prescindir de sus servicios. Los lunes
al sol. Adios chica. Adios trabajo.
A los pocos meses el productor te llama y te comenta que sus
fondos han entrado en números rojos. Le
cortamos los ingresos. Adios chica. Adios trabajo. Adios dinero.
Hago una petición al gobierno para conseguir alguna
subvención que me permita seguir con mi proyecto, pero me la deniegan. Solo
ante el peligro. Adios chica. Adios trabajo. Adios dinero. Adios paro.
Los iluminadores dimiten. Todo se vuelve oscuro. El
guionista se va a trabajar a una serie de televisión. Todo se vuelve anodino.
Los músicos bajan sus trompetas. Solo nos queda el cine dogma. Improvisar
siempre se me dio mal. Lars von Trier
que estas en los cielos ayudame. Adios chica. Adios trabajo. Adios dinero. Adios paro. ¡Hola cruda realidad!
Toda película necesita un final. En esta el presupuesto se
ha agotado, la plantilla ha dimitido, las cámaras han sido embargadas por el
banco y solo quedo yo. Pienso en ese
antihéroe. Ese personaje con barba de 7 dias, resacoso, al que todo le sale mal.
Su mujer y sus amigos le han abandonado, pero resiste sin poner su rodilla en
tierra. Un primer plano apunta a mi cara y es cuando tengo que soltar el
discurso magistral que ponga la guinda final a esta historia. Pero no consigo
articular palabra. Silencio absoluto. Absoluto silencio. No tengo nada que
decir. ¿Final abierto? Abierta indiferencia por un final. Las letras de crédito
comienzan a desfilar por la pantalla. Se oyen gritos desde la platea. Esto no
puede acabar así. Los abucheos aumentan y la gente pide que le devuelvan su
dinero.
La pantalla pasa del negro al blanco de nuevo y el público
se calla. Veo a mi padre aparecer. Un seguidor de los morancos como mi
progenitor no me puede sustituir en mi escena final. Es como poner a Paco Martinez Soria a defender el
mundo sustituyendo a Bruce Willis en Armageddon. Mi padre con la frente
sudorosa duda unos segundos, mira a izquierda y derecha asegurándose que ha
llegado su momento, y me muestra esa película de Garci que siempre me recomendó
y que nunca quise ver.
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