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Ganas de escapar. Escapar y no llorar. Llorar y no parar de
escapar. La oficina se había convertido
en un bunker para Daniel. Allí se olvidaba de sus problemas. Las tareas
urgentes las recibía con una sonrisa, se presentaba voluntario para los peores
trabajos y el stress al revés del resto de los mortales
lo notaba cuando llegaba la hora de volver
a casa. No eran buenos tiempos para Daniel y Mónica. La magia de irse a
vivir juntos había pasado y la rutina había superado sus expectativas de ser
felices. Cuando vio aparecer a la señora de la limpieza pasando la mopa, se
percato que la oscuridad había caído sobre la ciudad y era ya la hora de
abandonar su parapeto de informes y estadísticas. Cogió su gabardina, arrastro
sus pies por un largo pasillo hasta llegar al ascensor y este le llevo a la
planta - 3 del parking. Desierto. Solo
su coche aparcado. Todos los demás habían volado. Todos deseando marcharse de
aquel lugar. Y el buscando una excusa para quedarse.
Sentado en el asiento lanza un suspiro largo. Se frota los ojos
con las manos y pone el reproductor en modo aleatorio. Salta su canción. No la
suya. La de los dos. La de los buenos tiempos. La de la chispa. La de cuando ya no puedes vivir sin ella. La de las
mariposas en el estomago. La de amigos no estoy para nadie. La de tengo una
adicción. Adicción por ella.
La
conoció en un concierto de Quique Gonzalez. Cita a Ciegas.
“Bañada en salitre. Flota
en la memoria de los dias grises.”
Dos
desconocidos se conocían. Dos nuevos conocidos se encontraban. Caminos que se
cruzan sin querer.
“Te acariciaba el viento
de poniente. Te llevo la arena bañada en salitre.”
En
una hora pasaron de dos besos de cortesía a juntar sus manos de forma furtiva
en esta canción
“Te conocí en Conil de la
Frontera. Nunca es primavera donde tú creciste...”
Fue
el primero de muchos dias felices. Un principio que no vislumbraba final. Un
final lejano que nunca pensaron.
“Sigues teniendo carita
de pena, pero no me mires con tus ojos tristes.”
Daniel
siente que la canción se dirige a él al ver reflejada su mirada en el
retrovisor. Esos dos ojos miraban con pena. Vivian con pena. Deambulaban. No
enfocaban. Se dedicaban a pasar por la vida sin exprimir los detalles. Eran
prisioneros de una tristeza que no le dejaba avanzar.
Daniel
abre la puerta de casa y espera oír esa voz melosa de Mónica que le recibía con
un “¿Qué tal cariñoooooo?” acompañado
por una carrera sin control por el pasillo que terminaba con un beso en sus
labios. Espera unos segundos esperanzado pero su deseo no llega.
-
Holaaa!
– dice Daniel con miedo.
-…….
- ¡Hola! – repite Daniel modulando el
tono de voz a un registro más serio.
-¡Hola! – responde seca Mónica desde la sala de estar.
Un
sudor frio recorre la espalda de Daniel y esa burbuja de buenos recuerdos y
melancolía que le provoco la canción de
Quique Gonzalez explota delante de él.
-
¿Qué
tal el dia? – Le dice Daniel intentando romper el hielo.
-
Bien-
Le dice lacónica Mónica
-
¿Qué
has hecho hoy? – Le dice Daniel en busca de algo que rompa la frialdad del
momento.
-
Nada
Daniel
se queda parado delante de Mónica. El solo esperaba una caricia. Unas palabras
de cariño y solo ha recibido frialdad. Se queda mirando al infinito ante la
mirada de su novia.
-Daniel,
¿Qué haces?
-….
-Daniel,
estas insoportable.
-…
-Daniel
esto no es normal
Daniel
vuelve de su letargo:
-
Mónica
te acuerdas cuando todo era fácil. Cuando lo difícil era no sonreír.
-
Sí
que me acuerdo.
-
He
vuelto a escuchar nuestra canción.
-
¿Qué
canción?
-
La
canción con la que nos conocimos ¿No te acuerdas?
-
¿Qué
te pasa Daniel?
-
La
de Salitre. La que hicimos realidad.
-
Eran
otros tiempos Daniel.
-
Éramos
felices.
-
Daniel,
éramos unos críos.
-
¿Y?
¡Éramos felices, joder! ¿Qué nos ha pasado?
-
Tú
sabrás Dani, yo sigo igual.
-
¿Igual?
– Le suelta Daniel con los ojos brillantes.- ¿Dónde está lo que fuimos? ¿Dónde
están nuestros sueños por descubrir?
-
Volvamos
a Conil. Hagamos un viaje como los que hacíamos antes.
-
¿Estas
loco Dani? ¿Y mi trabajo?
-
¿Por
qué no? ¿Por qué no podemos volver a ser como antes? Reset y vuelta a empezar.
-
¿En
tienda de campaña, sin ducharnos y con una caja de san migueles como menú
diario? ¿Eso quieres Daniel?
-
Siiiii-
le responde Dani sin pensar
-
Hemos
pasado una edad- le replica Mónica- Madura un poco. Hay que dar un paso adelante.
Ya no todo se arregla con alcohol.
-
¿Y
eso quien lo dice?- Suelta indignado Daniel
-
Lo
dice el recibo de la hipoteca que nos pasan todos las meses
-
Maldita
hipoteca. Queríamos vivir libres y estamos atados de pies y manos- reniega
Daniel
-
Ahora
me vas a saltar tu discurso de siempre, CARPE DIEM, TEMPUS FUGIT, Hay que vivir
la vida, dejar un bonito cadáver……-suspira Mónica
-
¿Y
por qué no?
-
Porque
tienes 30 años Daniel y no tienes ni puta idea de qué hacer con tu vida
-
¿Cómo?
Yo sé lo que quiero hacer. Lo que pasa es que tú eres una burguesa y te has
acomodado. ¿Qué hay de aquella vida que nos valía un cigarro y un café para
pasar la tarde? Ahora si no vamos a un restaurante que no tenga plato cuadrado,
una reseña en el periodico y una descripción de dos líneas por cada plato no
salimos de casa. Eres una snob, Mónica.
-
Daniel
madura, Peter Pan se ha hecho mayor, ahora tienes obligaciones. Se vivía muy
bien en casa de tus padres. Pero ahora estas en la vida real. Sigue así que te
vas a pagar una o buena ostia.
-
Seguiré
como yo quiera.
-
Pues
sigue pero lejos de mi por favor.- le suelta con odio Mónica.
Daniel enervado, da media vuelta,
aprieta los puños con fuerza, tiene ganas de golpear la pared, pero de su
garganta solo sale un gruñido.
-
Argggghhh…..“Que
te den Mónica, ¡no te aguanto más!”
Abre
la puerta de casa con brusquedad y pega un portazo que se oye tres pisos más
arriba,
El
salitre vuelve a la vida de Daniel, pero esta vez a sus ojos.
Mónica,
permanece tranquila con un rictus serio sentada en el sofá, pasa una hoja de la
revista de moda que estaba leyendo y una mueca de sonrisa burlona aparece en su
rostro.
Salitre - Quique Gonzalez