Me gusta el no saber a dónde ir, los días
improvisados, el mañana nunca cuenta, actuar sin pensar, pensar sin trabas,
trabas para otros.
No me gusta las imposiciones obligadas, las
obligadas tareas que no llevan a ningún lado, el girar y girar para acabar
siempre en el mismo sitio.
Me gusta el vivir rápido, rápidos sentimientos,
sentimientos a flor de piel, la piel erizada por la felicidad, la felicidad
como droga rápida, adicciones que te hagan no querer soltar esta vida.
No me gustan los momentos estacionarios, las
paradas de metro, los momentos de espera, el sentir que esto no tiene futuro,
el no pasar ese semáforo en rojo vital que nos hace estar parados.
Me gusta la oscuridad de los cines, ver lentamente
las letras finales discurrir por la pantalla mientras nuestras manos se rozan
esbozando una sonrisa.
No me gustan las melodías de móvil, las palomitas
olorosas, los comentarios en voz alta y la luz que hace acabar los momentos
felices contigo.
Me gusta la solidaridad sincera, los momentos de
alegría con los amigos en los bares, los bares repletos de amigos, los amigos
repletos de bares, todos para uno y uno para todos.
No me gusta la hipocresía, el yo primero y tu
detrás, el tenemos que quedar algún día, el algún día quedaremos, con lo que
nosotros fuimos, nosotros dejamos de ser.
Me gusta despertarte suavemente por la mañana,
acariciar tus mejillas y ver como tus ojos se desperezan en busca de un nuevo
día conmigo.
No me gusta los despertares fríos, las caricias
incomodas, el salir corriendo de casa
sin ver tu sonrisa, las caras largas y las largas horas sin verte.
Me gusta llegar a casa, levantar la mirada, oír tus
pasos corriendo por el pasillo, ese beso sincero que me hace sonreír y olvidar
los problemas por ti.
No me gusta la soledad, los recuerdos al oler tu
colonia sobre la almohada, recordar momentos buenos cuando podía estar viviéndolos ahora.
Me gusta
ahora y contigo.
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